miércoles, 23 de febrero de 2011

EL ESPIRITU DEL 16 DE FEBRERO


En primer lugar, deseo reafirmar el protagonismo que ha asumido la Fundación Civil a raíz de su presentación en sociedad el pasado 16 de febrero, así como mi propio compromiso con su proyecto, pese a no haber podido estar presencialmente en el acto de su puesta de largo por causas de fuerza mayor, que me han hecho entender y complementar aquella célebre frase del asceta agustino alemán Tomás de Kempis de que el hombre propone y Dios dispone Pero llega el diablo y todo lo descompone; aunque sí estuve anímica y espiritualmente aun en la distancia. En segundo lugar, deseo proclamar el que creo ha de ser el gran propósito cívico de la Fundación: Ordenar la concurrencia de distintos criterios que representan y determinan a la Sociedad Civil española. En tercer término me referiré al concepto de “grupo de presión” como modalidad de participación cívica a implementar, según mi parecer, en la vida política de nuestro país. Por último, suscribiré con firmeza la declaración de intenciones que se trasluce del discurso de presentación del presidente y la espontánea expresión de voluntades de las gentes allí congregadas que pude oír y visionar a través de la pantalla del televisor; declaración, a mi juicio, articulada en torno a una idea que considero clave: Hacer trabajar y ayudar a las distintas fuerzas políticas sin ser un partido político, y permear del que podríamos bautizar como el espíritu del 16 de febrero a toda la Sociedad Civil.
En mi opinión la FC ha de visibilizar, es decir, hacer visible a modo de aparato de rayos X, y potenciar a las organizaciones, asociaciones y demás cauces cívicos con el fin de coordinar la ordenada concurrencia de sus móviles, criterios, fines, medios y objetivos de las mismas. En este sentido, entiendo que la propia dinámica de la democracia y de la vida civil ha generado la aparición de nuevas fuerzas, nuevas corrientes ciudadanas impulsadas por personas como nosotros, con un inequívoco sentido cívico-político plural, no partidista, ni adscrito a ninguna ideología concreta. Luego, la FC, así entendida, habría de colaborar con el orden político alejándose de cualquier absurdo o malintencionado rumor de confrontración contra los partidos políticos, y según mi interpretación de las palabras de su presidente, es plural en su origen, siendo una organización integradora de diferentes, pero conciliables concepciones de la política y la sociedad sobre una comunidad desideologizada de base polifacética y sinérgica. Se trataría por lo tanto, de potenciar a las organizaciones, asociaciones y demás cauces para la sana competencia de criterios divergentes, haciéndolos converger en nuestra Fundación.
De esta manera, las asociaciones vertebradas en las columnas de la Fundación, coadyuvarían en la organizada canalización de iniciativas populares que dieran cabida a la diversidad de interpretaciones de la vida pública, de la política, de actitudes y matices en la común y leal aceptación del ordenamiento jurídico-constitucional vigente, y que, a su vez deberían complementar eficazmente el esquema de la representación y la participación en el marco de nuestra maltrecha democracia, asegurando la más expedita proyección cívico-política del pluralismo de la vida social española que quiera expresar su sentir.
Así mismo, considero imprescindible y espero ilusionadamente la inminente y futura movilización asociativa en torno a nuestra organización, para aprovechar las sinergias generadas por el agregado y concurso activo y concertado de esfuerzos cívicos complementarios en pro y por mor de la Sociedad Civil. En esa línea, estoy convencido de que “el espíritu del 16 de febrero” va a permear al pueblo español, que podría percibir a la FC como un nuevo interlocutor válido y solvente para hacer oír su voz ante las autoridades competentes, si procede. Según mi percepción, el sentido de ese espíritu no es otro que el del afán de traducir el espíritu de los propios Fines de la Fundación, al lenguaje, a las aspiraciones, a las inquietudes de la España de este concreto presente que hemos de afrontar todos sin excepción, potenciando los mecanismos de participación legales y dotando de energía cívica y de dinamismo político no partidista ese quehacer de la FC a modo de piedra angular del desarrollo de la Sociedad Civil de nuestro país.
Siguiendo con el concepto de “grupo de presión”, me gustaría subrayar la importancia de los grupos de presión como instrumentos conformadores de las demandas que se desarrollan en el seno de cualquier sociedad, constituyendo un excelente mecanismo de conexión entre la sociedad y el Estado a través de los cuales se puedan canalizar dichas demandas. Por tanto, la FC entendida como grupo de presión, serviría de canal para la expresión de demandas ciudadanas cursadas al sistema político. Sin embargo, me atrevo a vaticinar dificultades por el propio pluralismo de intereses sociales contrapuestos y por las tensiones generadas entre ellos, que podrían propiciar la no consolidación de una Sociedad Civil unánime y no disgregada. Por eso creo que es imprescindible trabajar sobre la capacidad de adaptación, amplitud de miras y versatilidad de la FC para adaptar la heterogeneidad social.
Sin duda, y alejándonos de cualquier beligerancia para con los partidos políticos, creo que las distintas formaciones podrían intentar desdramatizar e intentar cambiar la concepción hostil hacia todo lo que viene de la ciudadanía y de las iniciativas populares, e, incluso, poder considerarnos no como un enemigo sino como un aliado que colabora desinteresadamente y no-electoralmente en el propio proceso político, a partir de la audiencia de los interesados por las instancias oficiales, precisamente, para evitar las vías protestatarias al margen de la legalidad establecida (piquetes, huelgas salvajes, manifestaciones violentas, tumultos, etc.) Porque lo nocivo es el descontrol político de la actividad de los grupos de presión, entre otros motivos, por la falta de responsabilidad política parlamentaria e institucional que tienen frente a una sociedad considerada por los partidos meramente como conjunto de electores y votantes.
En definitiva, y teniendo en cuenta que trabajaremos con dúctil, maleable y falible material humano, y volviendo al exordio del artículo, me gustaría recordarle ―sin ningún ánimo agorero― a la Presidencia, al Patronato y a los amigos y amigas de la Fundación, así como a mí mismo, el mensaje del Libro de los Proverbios atribuido al sabio Salomón: “El corazón del hombre se fija un trayecto, pero de Yahvé depende toda decisión”. (Proverbios 16:33).

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