domingo, 18 de marzo de 2012

Algo huele a podrido en los comportamientos de algunos educadores


28/02/2012
Algo huele a podrido en los comportamientos de algunos educadores

Manuel Artero Rueda

Mi amigo Rodolfo me recordó ayer que la subjetividad ideológica debería erradicarse de todos los oficios, hasta en el de político. Y hoy entiendo su mensaje que la realidad  califica de utópico a golpe de experiencias.
Porque al igual que siempre que cruzo el puente romano de Mérida me indigno al contemplar las pintadas que sufren esas piedras históricas,  esta mañana la realidad insiste en abofetearme. Las informaciones me precisan que uno de los siete jóvenes detenidos en Valencia como presuntos autores de las pintadas contra el patrimonio valenciano registradas la noche del pasado sábado 25 de febrero de 2012 en edificios emblemáticos de la ciudad, es una adolescente matriculada en el ya famoso colegio público Lluis Vives y es hija del mandamás de Compromís y portavoz del partido antes las Cortes Valencianas, el señor Enric Morera.
Coincide la anécdota con el hecho que cerca de ese centro histórico valenciano, en varios colegios públicos, los profesores reciben a los alumnos y les marcan la hora del recreo con una canción a todo trapo. Se titula “no mas recortes”  y, en valenciano predica sobre el cierre de colegios, la falta de calefacción y el problema de la sanidad y los hospitales que se avecina. El mensaje  keneysinao por excelencia que motiva las huelgas de profesores trasladado a los mas pequeña en forma de canción protesta.
Y me gustaría olvidar  que en muchos colegios españoles ayer sus profesores promovieron cinco minutos de silencio en protesta por los hechos ocurridos en la capital del Turia. Pero va a ser que no. ¿De qué estamos hablando? ¿ De los responsables de la educación de nuestros hijos, cultivadores del oficio mas importante que puede desempeñar el ser humano para transmitir la educación y la cultura, o de meros politicastros en la aventura imposible de la madre de todas las batallas? Porque lo cierto es que nuestros abuelos, en España, siempre han dicho que quien se agarra a un clavo ardiendo, acaba por quemarse la mano.

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