miércoles, 29 de agosto de 2012

La educación diferenciada, motivo de desconcierto

27/08/2012

Las nuevas sentencias del Tribunal Supremo reconocen la legitimidad de la enseñanza diferenciada, pero mantienen que la ley vigente les excluye de los conciertos

La educación diferenciada, motivo de des-conciertoDos nuevas sentencias del Tribunal Supremo (TS) –en este caso denegando la financiación pública a dos centros de educación diferenciada– se unen a la variada jurisprudencia al respecto. Aunque las divergencias entre unos fallos y otros son evidentes, se pueden buscar algunos criterios comunes que aclaren en algo la cuestión.
A falta de consenso, jurisprudencia
La educación diferenciada se ha acostumbrado a vivir bajo sospecha. Desde un punto de vista sociológico no parece que el asunto provoque grandes tensiones: estos colegios tienen suficiente demanda, de modo que cuando están concertados su financiación pública cubre una necesidad de escolarización; y cualquier familia que prefiera la enseñanza mixta, tiene donde elegir, sin que la existencia de la enseñanza diferenciada le cause ningún perjuicio. Sin embargo, por negativas de la Administración o por iniciativa de algunos sindicatos, sucesivas resoluciones o sentencias mantienen a la escuela diferenciada en una incómoda incertidumbre legal respecto a su financiación pública. La manzana de la discordia son los conciertos, aunque hay quien critica la misma existencia de estos centros, por considerar que separar a los niños de las niñas implica una discriminación.
Intentar resolver la polémica a través de la reflexión y el debate riguroso y sereno, o atendiendo a la demanda social, no parece la intención de la clase política –incluyendo a los sindicatos–, empeñada en que los ciudadanos no saben lo que de verdad quieren para sus hijos. Así pues, el asunto de si la diferenciada puede beneficiarse o no de las subvenciones públicas parece condenado a dirimirse en los tribunales.
Como además cada parte interpreta las sentencias a su favor, no es sencillo hacerse una idea de qué opinión es la mayoritaria o la mejor fundamentada en la jurisprudencia. Sobre los conciertos a la diferenciada se han pronunciado ya el Tribunal Constitucional, el Supremo y el Consejo de Estado, además de los tribunales superiores de justicia de varias comunidades autónomas. La ley de educación vigente (LOE) también le dedica un apartado (artículos 116 y 117). Por último, varias resoluciones internacionales han abordado el asunto.
Lo que las sentencias no han dicho
Entre tanta literatura judicial, es importante destacar una cosa en primer lugar: es distinto afirmar que esta opción pedagógica es discriminadora de suyo y por tanto no tiene derecho a subvenciones, a decir que según la ley vigente la diferenciada no puede beneficiarse de conciertos. Algunas sentencias han señalado que determinadas administraciones actuaron conforme a la ley vigente y en uso de sus facultades cuando denegaron la subvención a ciertos colegios de educación diferenciada.
Es el caso de las últimas sentencias del Supremo, referidas a dos centros escolares de Cantabria y Sevilla. En ambos fallos se da la razón a la administración.
El tribunal aduce como argumento fundamental el artículo 84.2 de la LOE, que trata de la admisión de alumnos en todos los colegios: “En ningún caso habrá discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”. La sentencia reconoce que la inclusión del término “sexo” es lo determinante, pues las leyes anteriores –la ley orgánica de 1985 y la LOCE (2002)– no lo incluyeron como posible criterio de discriminación. El Tribunal Supremo entiende que para la renovación del concierto es necesario que el colegio cumpla con los requisitos que la ley vigente establece, y no con aquellos que regían cuando se concedió por primera vez. De ahí que dé la razón a la Administración.
No es la primera vez que el TS se pronuncia sobre conciertos con colegios de educación diferenciada. En una sentencia de 2006, se dice textualmente: “No se discute que este tipo de enseñanza es lícito” y “tampoco hay norma expresa que prohíba el sostenimiento público de centros que la practiquen”. Ante este aval tan inequívoco de hace seis años, el TS se ha visto ahora en la obligación de explicar el cambio de criterio. En la sentencia referida al colegio de Cantabria, el ponente explica que entonces (junio de 2006) la LOE aún no estaba vigente, aunque sí aprobada, y por tanto la enseñanza diferenciada no estaba aún vetada para recibir dinero público.
En cambio, otra sentencia del TS de 2008 –cuando ya regía la LOE–, señala que el Estado, en razón de sus competencias, podía establecer los criterios para acceder a los conciertos, entre ellos este, “siendo el sistema de enseñanza mixta una manifestación o faceta más de esa competencia que corresponde a la Administración educativa. […] Es decir forma parte de esa intervención estatal que limita el derecho de dirección”. Con esta cita, el fallo quiere dejar claro que el TS siempre se ha regido por la norma educativa vigente en cada momento, y que por tanto ha sido coherente desde un punto de vista estrictamente técnico.
Separar no es discriminar
 Como se ve, toda la argumentación del TS para denegar los conciertos a los dos colegios descansa sobre el artículo 84 de la LOE. Bien es cierto que este artículo no habla propiamente del régimen de conciertos sino de la admisión de alumnos. Por ello, si se entiende que separar a niños y niñas es discriminatorio, el sentido común y la ley llevarían a prohibir la misma existencia de colegios de educación diferenciada, subvencionados o no por el Estado. Pero el propio TS reconoce que “nadie puso en duda la legitimidad del sistema de educación diferenciada”.
Por eso, la cuestión central es si hay o no discriminación. En un primer sentido, discriminar significa “seleccionar excluyendo”, que es lo mismo que elegir. En este sentido, todos los colegios, diferenciados y mixtos, discriminan. El sentido negativo de la palabra está recogido en una segunda acepción: “Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.” (DRAE).
Es difícil explicar a quién trata con inferioridad un colegio que solo admita a chicos o a chicas. ¿A las niñas/niños que están en el colegio? No parecen entenderlo así las familias que eligen voluntariamente el colegio. ¿Discrimina a los que quedan fuera? Pero estos son los que buscan enseñanza mixta para sus hijos, que es la fórmula absolutamente predominante y por tanto sin problemas para elegir.
Se podrá estar en desacuerdo con la opción pedagógica, pero no acusarla de discriminatoria. Eso es lo que han entendido varias resoluciones internacionales y nacionales.
Por ejemplo, el Consejo de Estado (CE) emitió un dictamenen mayo de 2011 sobre el proyecto de la Ley de igualdad de trato, promovida por el Partido Socialista pero que no llegó a tramitarse. Esa ley buscaba explicitar la incapacidad de los centros de educación diferenciada para ser sostenidos por el Estado –una muestra de que la LOE no lo prohíbe claramente.
En el texto de la resolución, el CE señala: “A la vista de esta exposición de las principales normas internacionales, comunitarias y nacionales en la materia, cabe extraer las siguientes conclusiones: La primera es que la educación diferenciada, como modelo pedagógico, no puede considerarse –a la vista de las normas mencionadas– un supuesto de discriminación por razón de sexo. Del mismo modo, las normas comunitarias, que –como la referida Convención [de la UNESCO: vid. infra]– no reputan discriminatoria ni prohíben la educación diferenciada, tampoco la imponen, remitiendo las cuestiones a los ordenamientos nacionales”.
El dictamen termina diciendo que si se quiere establecer la coeducación como un requisito para acceder a los conciertos, debería modificarse la LOE. Por tanto, a diferencia de las sentencias del TS, el CE no entiende que la ley educativa actualmente vigente impida la subvención pública a la enseñanza diferenciada.
Las Convenciones internacionales
La mención a resoluciones internacionales que no consideran discriminatoria a la diferenciada es un argumento importante a favor de esta. El texto más claro a este respecto es el de la Convención de la UNESCO de 1960, relativa a la lucha contra la discriminación en la enseñanza: “No será considerada como constitutivas de discriminación la creación o mantenimiento, de sistemas o establecimientos de enseñanza separados para los alumnos de sexo masculino y para los de sexo femenino, siempre que estos ofrezcan facilidades equivalentes en el acceso a la enseñanza, dispongan de un personal docente igualmente capacitado, así como de locales y equipos de igual calidad y permitan seguir programas de estudio equivalentes”. Otras resoluciones internacionales, como la directiva del Consejo de Europa del 13 de diciembre de 2004, argumentan de igual manera.
Asimismo, la propia LOE establece en la disposición adicional 25ª que la coeducación será objeto de “atención preferente y prioritaria en la aplicación de las previsiones recogidas en la presente Ley, sin perjuicio de lo dispuesto en los convenios internacionales suscritos por España”. Uno de estos acuerdos es precisamente la Convención de la UNESCO. Además, la propia Constitución española hace depender la interpretación de las libertades fundamentales –entre ellas la de la educación– de los acuerdos internacionales. Lo recuerda Antonio Martí García (uno de los jueces que ha intervenido en las recientes sentencias del TS) en su voto particular, contrario al dictamen de la mayoría de la sala. La cita que menciona pertenece al artículo 10 de la Constitución Española: “Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España”.
Es verdad que el Tribunal Constitucional, en una sentencia de diciembre de 2010, señaló que el derecho constitucional que asiste a los padres para escoger la educación de los hijos conforme a sus convicciones religiosas, filosóficas y pedagógicas “debe entenderse referida a aquellas opciones pedagógicas que resulten de convicciones de tipo religioso o filosófico”. Pero parece lógico que el papel del Estado en la educación no sea identificarse con una opción pedagógica en concreto, sino fomentar la pluralidad vigilando al mismo tiempo que las distintas opciones favorezcan el bien común. Por tanto, si la educación diferenciada atenta contra este bien común debería prohibirse; y si no, no tiene sentido que se la prive de la subvención pública.
Visto que las nuevas sentencias del TS solo se apoyan en un artículo de la legislación vigente (la LOE de 2006), lo lógico sería modificarla para dejar claro lo que se entiende por discriminación por razón de sexo, para evitar este permanente equívoco. Así ha dado a entender que se hará el ministro de Educación, José Ignacio Wert, dentro de las reformas que prepara su departamento. Por el momento, varias comunidades autónomas que tienen conciertos con colegios de enseñanza diferenciada (Madrid, Cataluña, Valencia, Galicia…) han dicho que los mantendrán.

Tecnología para torpes: De una vez por todas ¿qué diablos es eso del bosón de Higgs?


Publicado por  el 6 de agosto de 2012 a las 12:49 am
Llevamos los últimos meses invadidos por una fiebre de información científica que lo invade todo, el famoso Bosón de Higgs aparece hasta en la sopa. Los diarios en papel han consumido miles de litros de tinta, y los digitales transmitido megagigabytes, intentando explicar (creo que con poco éxito) qué diablos es eso cuyo nombre nos suena más al título de un ritmo cubano en formato anglosajón, que a una definición científica.
Albert Einstein decía que “No entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicarselo a tu abuela”. Digamos que el presuntuoso Eistein, en su época, no consideraba a su abuela con suficiente cultura como para entender algo a menos que él se lo explicase. La realidad, es que hoy nuestras abuelas podrían darnos algunas lecciones vitales que nos vendría de perlas para este mundo tan desordenado que nos ha tocado vivir pero, aún así, se quedarían tan a cuadros como la abuela de Einstein si le nombrásemos al susodicho bosón y al padre que lo bautizó.
Yo, sin intención de ser más presuntuoso que don Alberto, voy intentar explicarte a ti lo del bosón, y si lo has entendido después se lo cuentas a tu abuela. Si ella lo entiende, por favor me dejas luego un comentario al pie, más que nada para recargar un poco mi nivel de ego, que está algo bajo.
A lo que vamos: ¿qué es un bosón?
Bueno, antes de explicar qué es un bosón tendría que hacer un inciso de varios párrafos para decirte, que toda la materia que conocemos, tú, yo, la tierra que pisas, el agua que bebes, las lentejas que comiste el otro día, el ratón que estás manejando, el Universo en su conjunto…, todo, todo, todo, está formado por átomos.
Un átomo es como un sol, o núcleo, a cuyo alrededor orbitan los planetas o electrones, que poseen carga negativa, y los cuales se distribuyen en capas de órbitas con su propio nivel de energía.
Por su parte, el núcleo está formado por protones (que poseen carga positiva) y neutrones (que no poseen carga). 

En 1911, Ernest Rutherford desarrolló una teoría del átomo basado en un sistema solar en miniatura
En 1911, Ernest Rutherford desarrolló una teoría del átomo basado en un sistema solar en miniatura
En 1913, Niels Bohr enunció una nueva teoría nuclear
En 1913, Niels Bohr enunció una nueva teoría, hoy aceptada en líneas generales, que distribuía los electrones en capas de órbitas que poseían su propio nivel de energía. En la imagen, las tres capas de un átomo de cloro

Los electrones son partículas subatómicas elementales, es decir, ya no se pueden dividir más, pero los protones y neutrones sí se pueden dividir todavía, pues contienen unas partículas más pequeñas llamadas quarks. Se han identificado hasta 6 tipos distintos de quarks.
Por tanto, ya hemos llegado a una conclusión evidente: tanto los electrones como los quarks son partículas subatómicas elementales (no se pueden dividir más).
Pues bien, ya nos vamos acercando al punto que nos interesa descubrir. Esas partículas subatómicas las vamos a llamar de dos formas distintas según la función que realicen: si son partículas que componen la materia les llamaremos “fermiones”, pero si son partículas que portan la fuerza o unión entre ellas, les llamaremos “bosones”.
Un ejemplo fácil de entender: sin construyes una pared, los ladrillos que vas colocando uno sobre otro son los “fermiones”. Por su parte, el cemento que usas para unir los ladrillos son los “bosones”, o sea, la fuerza que los mantendrá a todos unidos para que la pared conserve su estructura y firmeza.
Así pues, “fermiones” son los electrones, protones y neutrones; y “bosones” son las fuerzas que interactúan entre ellos.
Ahora viene el problema:
No sabemos el porqué existen masas tan diferentes entre estas partículas, pues un quark y un electrón pueden llegar a tener una diferencia de peso similar a la que hay entre un mosquito y un elefante.
Y aquí viene la teoría que intenta dar solución a ese problema:
El físico inglés Peter Higgs, formuló en 1964 que todo el espacio está lleno de un campo oculto para nosotros, pero que interacciona con las partículas elementales, y dependiendo de su nivel de interacción así la partícula afectada posee más o menos masa. Por ejemplo, el electrón tiene muy poca masa porque interactúa muy poco con ese campo. A esa fuerza o campo que estamos buscando se le llamó “Bosón de Higgs”.
Esta partícula escurridiza para los científicos es transcedental, pues su existencia indicaría que la masa de todas las partículas del Universo estaría originada por el “Bosón de Higgs”.
Y es aquí, cuando los científicos, aprovechando las nuevas tecnologías disponibles (como el conocido acelerador de partículas LHC), se han enrolado en la búsqueda y caza de la llamada en algún momento “partícula de Dios”. He de decir que esta partícula nada tiene que ver con Dios, ni con la mística. El motivo de esa definición es sólo una anécdota sucedida en la década de 1990: resultó que el profesor y Nóbel de física Leo Lederman, se dispuso a publicar un libro científico sobre la física de partículas, y pretendía titularlo “The Goddamn Particle” (“La maldita partícula”), en referencia a la dificultad para detectarla. Pero, el editor del libro le pareció poco llamativo el título y lo cambió por el de “The God Particle” (“La partícula de Dios”).
Realmente, el Bosón de Higgs es una partícula puñetera, pues no es posible detectarla directamente debido a que se desintegra nada más producirse, convirtiéndose en otras partículas que sí son más conocidas. Lo único que podemos “ver” son las huellas que deja tras su destrucción.
La Organización Europea para la Investigación Nuclear, comúnmente conocida por la sigla CERN, es el mayor laboratorio de investigación en física de partículas a nivel mundial. Está situado en Suiza, cerca de Ginebra, y próximo a la frontera con Francia.  Actualmente acoge el LHC (Large Hadron Collider, Gran Colisionador de Hadrones), en un túnel subterráneo de 27 km de circunferencia, y que constituye el acelerador de partículas más grande construido hasta la fecha. Financiado con la colaboración de 60 países.

¿Porqué estamos tan seguros de que el bosón de Higgs existe?
La sociedad científica coincide en su existencia, aunque todavía no hayamos podido verla o detectarla físicamente (sólo intuirla), porque es, hasta el momento, la única descrita en el Modelo Estándar de la Física de Partículas que aún no ha sido descubierta. Y es la más importante, porque es precisamente la que da respuesta al origen de la masa. Y recordemos, que sin masa no existiría el Universo, o sea, no existiría la materia, y en consecuencia nada químico ni biológico; nosotros mismos no existiríamos.
El Tecnotrón
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martes, 28 de agosto de 2012

¿Cómo gestionar las broncas con los adolescentes?


ES | 11/07/2012 
“Es agotador” y “no puedo más” son dos frases con las que los padres con hijos adolescentes acostumbran a resumir, en los momentos bajos, la convivencia con ellos. En las gradas de las instalaciones deportivas, en las reuniones de instituto o en las charlas sobre educación donde coinciden con padres de chicos y chicas de la misma edad, el que no se queja de discusiones por el desorden en la habitación se lamenta de las malas contestaciones, del abuso de la videoconsola, de la falta de estudio o de la apatía. Intercambian experiencias para concluir con el consabido “yo ya no sé qué hacer”.
“Los conflictos en la relación con adolescentes son normales, son propios de la etapa; la transición de niño a adulto crea tensiones internas difíciles de soportar que llevan al adolescente a actuar de una forma que puede ser difícil de tolerar por parte del entorno”, advierte Jorge Tió, psicólogo clínico y coordinador del equipo de atención al menor de la Fundació Sant Pere Claver. Y añade que ese entorno –las familias–, también se tiene que adaptar a los cambios “y empezar a relacionarse con aspectos adultos que el adolescente exige que sean respetados y reconocidos (aunque impliquen diferencias con los padres) a la vez que se siguen atendiendo aspectos infantiles que todavía persisten”. Porque, a esas edades, los hijos tan pronto se sienten sobreexigidos y se refugian en un funcionamiento infantil recordando a los padres que todavía no son adultos, como se sienten infantilizados y reivindican –a veces con excesiva vehemencia– un respeto porque ya no son niños. Tió enfatiza que de la capacidad de adaptación de los padres a esos cambios depende muchas veces que se cronifiquen conductas, se creen círculos viciosos y se acabe en una escalada de conflictos. “No hay fórmulas ni recetas mágicas; es importante no psicologizar, psiquiatrizar o judicializar unos conflictos que son naturales y propios de los cambios que ocurren en esa etapa”, comenta.
Mario Izcovich, responsable del grupo de investigación en adolescencia del Col·legi de Psicòlegs de Catalunya, asegura que muchas de las broncas que se viven en los hogares con adolescentes tienen que ver con que los padres esperan de sus hijos que hagan ciertas cosas, les plantean determinadas tareas o demandas, y los chavales, que en otro contexto –como la casa de un amigo o unas colonias– las asumirían, reaccionan de forma distinta como una manera inconsciente de manifestar cierta rebeldía respecto a lo que sus padres esperan que hagan o sean. “La dinámica nos demuestra que los adolescentes, además de serlo, son hijos, y hay una dinámica particular en relación con sus padres”, afirma. Javier Urra, psicólogo y director clínico del programa RecUrra para padres e hijos en conflicto, remarca que la relación con hijos adolescentes siempre ha provocado conflictos, ha exigido constancia y coherencia por parte de los padres, y ha resultado agotadora, “aunque quizás en la sociedad actual un poco más porque hay más permisividad social que antes” y cuesta más ejercer la autoridad.
Partiendo de todas estas premisas –que los conflictos con el hijo adolescente son inherentes a esa fase del desarrollo y no hay que desfallecer ante ellos– Jorge Tió, Mario Izcovih y Javier Urra explican cómo afrontarían ellos algunos de los momentos críticos que se producen en muchos hogares durante esta larga etapa. No son soluciones mágicas –en educación nunca las hay–, sólo las reflexiones de personas acostumbradas a relacionarse con adolescentes, incluidos sus propios vástagos.
“Tenemos un reparto de tareas y a ella le toca poner la mesa y sacar al perro. Cada día, cuando avisamos que en quince o veinte minutos cenaremos, la repuesta es la misma ‘ahora voy…’. Y así una, dos, tres, cuatro… y las veces que sean. Puede pasar más de media hora, hasta que amenazamos con que no cenará si no pone de inmediato la mesa. Algún día se ha quedado sin cenar o ha cenado más tarde y sola. Pero nada, la situación se repite
Jorge Tió El adolescente es muy sensible a sentirse tratado como un niño al que se le exige obediencia, y cuando lo sienta así se resistirá a ello. Puede también costarle entender las necesidades de los adultos, a los que todavía puede mantener idealizados y no entender por qué le piden las cosas. Así que conviene establecer estrategias de diálogo que estimulen su colaboración y le ayuden a entender por qué es necesaria, animándole a sentir que puede aportar cosas valiosas al grupo familiar. También es importante escuchar sus razones y negociar, puesto que en ocasiones sus prioridades pueden ser otras (a veces vividas con una urgencia que tampoco estará dispuesto a reconocer, como sacar el perro a determinada hora para encontrarse con alguien). El clima general existente en la familia (si se promueve el respeto y el compromiso en las relaciones) será especialmente determinante. El adolescente (como el niño) aprende más por identificación, y le será casi imposible cuidar si no se siente cuidado.
“Cada mañana empiezo el día con una bronca; he de recordarle que recoja el baño después de ducharse –la ropa, la toalla, el agua del suelo…– porque tras él entra su hermano, que no tiene por qué padecer su desorden o suciedad. Y no hay manera: lo repito cada día, y le tengo que trabar el paso cuando sale para el instituto para que lo recoja. ¡Y encima me llama pesada!”
MarioIzcovich El adolescente se rebela respecto a lo que sus padres esperan que haga. Si se trata de recoger la ropa del baño, al hacerlo tiene la idea inconsciente de que se lo hace a sus padres, y ese “se” es crítico. Esto se ve muy claro por parte de los padres cuando algunos les dicen a sus hijos que si estudian y aprueban les harán un regalo. El mensaje que transmiten es que el hijo ha de estudiar para ellos. La cuestión que está en juego, por tanto, es cómo ayudar a que el adolescente sea más responsable de lo que le pasa y más autónomo. Eso pasa por hablar, por pactar, por acompañar, por dejar hacer… y por mostrar que lo que ha de hacer no es un favor a sus padres. Pero esto último primero lo han de interiorizar los padres y no se logra sólo diciéndolo, sino a través de los actos. Una madre ama de casa se quejaba en la consulta porque ninguna de sus cuatro hijas la ayudaba con las tareas de casa y ella tenía que hacerlo todo; en las entrevistas vimos cómo la cuestión empezaba por ella, pues cada vez que alguna de las hijas quería tener una iniciativa ella la criticaba y decía que no estaba bien.                                                                                      
Hay padres que llegan a su casa y comienzan una lista de tareas que sus hijos no han hecho y han de hacer. Conviene dejar que el adolescente se haga responsable,por ejemplo, de su habitación, y no limpiársela. Ya no es un niño. Pero también hay que saber que los adolescentes y los adultos funcionamos con lógicas distintas y no se los puede ver como adultos. El orden, la limpieza… ya llegarán, pero necesitamos que el adolescente lo haga por sí mismo, no porque el padre, el adulto, se lo demanda.
“Pactamos el tiempo de juego con la videoconsola y con el ordenador pero no los respeta. Y cuando le exijo que cumpla y desconecto los aparatos se pone como una moto: gritos, portazos, golpes… Entonces le castigamos sin jugar durante un tiempo, y en cuanto se acaba el castigo, otra vez lo mismo; no asume lo acordado. Alguna vez incluso ha buscado la consola que teníamos retirada y se ha puesto a jugar mientras no estábamos. Su respuesta es que quiere jugar y no le dejamos. No admite que es él quien no respeta los acuerdos. Es un conflicto permanente”.                       
Javier Urra Hay que hablar y pactar cuánto tiempo, qué días y en qué momentos se juega y atenerse a eso, de manera innegociable. Y es impensable que no cumpla lo acordado, porque si no cumple se le retira la posibilidad de jugar y, si incumple esa sanción, tendrá otras medidas sancionadoras como no salir dos fines de semana. Ellos tienden a probar la autoridad a ver si no pasa nada, pero hay que explicarles que en la vida el que incumple es sancionado, y que el Código Penal de los adultos tiene razón de ser porque se impone: si uno conduce mal le quitan puntos, si se queda sin puntos le quitan el carnet y si conduce sin carnet va a la cárcel. Los padres, si establecen una norma, también han de imponerla y exigir su cumplimiento.                                                                                   
“La castigo sin salir el fin de semana y me dice que da igual, que saldrá de todos modos. Y cuando coge la puerta y se marcha, no sé cómo reaccionar porque ya tiene 18 años”.
J. Urra Con 18 años los hijos ya pueden hacer lo que les viene en gana. Son adultos y no tienen obligación de obedecer. Pero los padres les pueden echar de casa, de modo que se trata de explicarles que si no les convencen las normas, se pueden ir tranquilamente y poner las suyas, en su casa. Pero mientras estén con los padres han de respetar las normas que se establezcan en esa casa.
“No hay manera de que se duche. Cada día la misma pelea: que ahora no, que por la noche da pereza, que mejor mañana por la mañana; y por la mañana que ahora da palo, que ya lo hará luego… Hasta que montas la bronca”.
J. Tió Esta es una situación que plantea por un lado la problemática del cuerpo y la motivación y por otro la cuestión de los límites (como la mayoría). Con respecto a la primera, el adolescente puede sentirse en una relación ambivalente con su cuerpo, que todavía no siente aceptado y suficientemente controlado, así que en ocasiones le cuesta cuidarlo como se merecería, no siendo infrecuentes actitudes de cierto abandono; es como si se escondiera detrás de la suciedad y la fealdad. Saberlo puede permitir a los padres ser más tolerantes y flexibles, evitando una confrontación destinada a polarizarse, y buscar estrategias que estimulen sus ganas de cuidarse. Esto liga con la motivación, que al adolescente quizá le cuesta encontrar porque sus temores e inseguridades pueden ser grandes. Puede refugiarse en actitudes pasivas para evitar afrontar situaciones que le pueden poner a prueba. Son actitudes que pueden ser confundidas con gandulería, cosa que al adolescente ya le va bien, pues se enmascara su significado más profundo. Así que pueden ser de gran ayuda estrategias en las que se refuercen sus aspectos sanos y se reconozcan sus capacidades.
En cuanto a los límites, es importante recordar que su sentido debe estar siempre asociado al cuidado. Ponemos límites porque cuidamos las cosas. El adolescente tiene tendencia a vivir los límites como imposiciones caprichosas del adulto, como un abuso de poder. Por eso los límites deben ser razonables y razonados para que se entiendan. Se necesita mucha pedagogía para explicarlos. Por supuesto esto no garantiza la colaboración del adolescente, así que los padres habrán de decidir cuándo asumirlos con firmeza como parte de su responsabilidad como adultos y cuándo soportar la falta de colaboración (mostramos así nuestra capacidad de tolerar la frustración) sin cerrar la puerta a la esperanza de obtenerla en algún momento. Esto último es importante, porque cuando el adolescente se siente tratado con hostilidad y rechazodifícilmente va a ceder. Si tiramos la toalla, él o ella no vendrán a recogerla.
“Discutimos mucho porque no se come la comida que preparo. No hay forma de que coma sano, dice que no tiene hambre cuando llega la hora de la fruta y luego se pasa el día picoteando cereales, galletas… Y cuando come sola se prepara frankfurts, fritos… Por más que la conciencie sobre la importancia de que cuide su salud no hay manera. Se enfada, dice que la deje en paz y acabamos a gritos”.
M. Izcovich Vemos muchos padres que se quejan mucho pero les hacen la comida a sus hijos, les lavan la ropa, les acomodan la habitación. De manera que el adolescente se acostumbra a escuchar la queja y pasa de ella. Un adolescente le dijo a su madre: “Te pasa algo que te estás riendo”. Estaba acostumbrado a ver a su madre de mal humor y quejarse cada vez que estaban juntos.
El establecer pautas, poner límites o decir que no son tareas de los padres; pero si esto no funciona hay que revisar de qué manera se dice que no a algo. A veces los padres se quejan de sus hijos pero caen en una posición de impotencia y no saben qué hacer. No hay una receta única, pero quizá uno puede plantearse ¿por qué hacerle comida si no la come? ¿No sería mejor dejar que pida lo que quiere o que se lo haga? Muchas veces la sobreprotección es un engaño; es la dificultad de los padres de separarse de sus hijos, de aceptar que se hacen mayores, y los tratamos como pequeños. En todo caso, lo importante es salir de situaciones dilemáticas que no llevan a ninguna parte. Es necesario buscar momentos para hablar de lo que pasó, pero cuando se den circunstancias para ello, no en medio de una crisis.
“Su cuarto es una leonera, con ropa por el suelo, la cama sin hacer, el cable del móvil por en medio, la bolsa de deporte sin vaciar, el armario revuelto… Y si insistes en que recoja dice que le dejes en paz, que a ti que más te da, que son sus cosas. Pero hay unas reglas de convivencia”.
J. Tió Es una de las situaciones más clásicas de la adolescencia. A las cuestiones anteriores sobre límites y trato autoritario se unen aquí las cuestiones relacionadas con la diferenciación. El adolescente necesita hacer las cosas diferentes, y también delimitar un espacio de intimidad que fácilmente puede sentir invadido. Así que cualquier estrategia deberá ser cuidadosa a la hora de diferenciarse de la imposición, del “tienes que hacer las cosas como yo digo”, y del control en el que se aproveche la “limpieza” para revisar su espacio. Si la demanda es clara –las necesidades de higiene o de un orden que facilite el manejo práctico de las cosas– es más probable que colabore. Con su desorden el adolescente también puede estar pidiendo que soportemos su estado mental, que puede ser bastante desordenado. Él puede no sentirse capaz de hacerlo, y ver que los padres lo toleran le ayudará a aguantarlo mejor e ir paulatinamente ordenándose. Tolerar no quiere decir transigir y abandonar el propósito de conseguir un cuarto más ordenado, pero sí que la única manera de mejorar es desde una actitud que el adolescente no perciba como rechazo, como un “eres un desastre”.
“Se pasa mucho con el gasto en móvil; razonas con él que no puede ser y al mes siguiente otra vez… Y encima cuando algún día le llamas para preguntarle algo no te coge el teléfono”.
J. Tió El adolescente necesita irse responsabilizando de las cosas y abandonar un funcionamiento infantil en el que la provisión de bienes está delegada inconscientemente en los padres. El niño no se pregunta por lo que cuesta el recibo del teléfono, da por hecho que los padres se hacen cargo. Esta actitud está asociada a una imagen más o menos idealizada de los padres. Así que ayudamos al adolescente a hacerse responsable cuando le ayudamos a desidealizar al adulto (lo que no quiere decir desvalorizarlo). Que el adolescente entienda que el adulto no lo puede todo, que se puede equivocar, que también comete errores, duda y, por supuesto, sufre. Reconocer todo esto le ayuda a construir una imagen más realista del adulto (y del adulto en el que él o ella se van a convertir) y así intentar asumir la responsabilidad con menos miedo. Si la imagen del adulto está muy idealizada los adultos reales que le rodean siempre le decepcionarán y él también evitará asumir responsabilidades para a su vez no decepcionar ni decepcionarse, de forma que no colaborará en el reparto de las cargas o en la contención del gasto.
“Oculta información para hacerse el importante, para ignorarnos. Le preguntas a qué hora entrena para organizar la logística doméstica y dice que no lo sabe; le comentas si ha preguntado tal o cual cosa al profesor y pasa o dice que no lo hará. No apunta nada en la agenda del instituto y así no hay manera de controlar si tiene deberes…”
J. Tió Es verdad que el adolescente a veces necesita sentirse superior y provoca en los padres sentimientos de inferioridad o exclusión como una forma de evitar sentirlos él, pues le resultarían insoportables. Lo que más le puede ayudar es comprobar cómo los padres lo resisten sin hundirse ni responder con hostilidad a su “ninguneo”, expresando sus quejas con argumentos y mostrando sus legítimas necesidades, sin vergüenza ni sentimiento de inferioridad por poder hacerlo. Que el adolescente vea que también puede herirnos y esperamos otra cosa de él, aunque es importante mostrarle que no nos hunde. El adolescente no soporta la debilidad de sus padres, pues eso le debilita profundamente. De todos modos la ocultación de información suele estar más relacionada con la preservación de su intimidad o con la sensación de no tener nada importante qué decir (cosa que tampoco podrá nunca reconocer). Así que, de nuevo, aquí el adolescente puede aprender más por identificación con unos padres que no ocultan información, que se muestran abiertos, claros y colaboradores. Las actitudes controladoras ante la falta de información sólo provocan más cerrazón y estrategias defensivas para ocultar su intimidad, que fácilmente puede entonces ser confundida con la clandestinidad.
“Cada fin de semana es un conflicto. Con 14 años no tiene edad de quedarse todo el día solo y no quiere acompañarnos a ninguna actividad familiar porque dice que con nosotros se aburre, hagamos lo que hagamos. Es una situación muy tensa, porque no es cuestión de llevarle a la fuerza pero tampoco de que toda la familia sacrifique su tiempo libre porque él quiera estar en casa”.
J. Urra A estas edades es un conflicto muy frecuente que los intereses de los padres y de los chavales no coincidan, pues los padres quizá se quieren ir de fin de semana a una segunda residencia y el hijo quiere quedarse para salir con los amigos. La solución es pactar que algún fin de semana se quedarán para que tenga relación con sus amigos pero sin que ello suponga una imposición del hijo ni renunciar a los planes de los padres cada fin de semana. También se puede buscar la complicidad de otros padres para turnarse en su cuidado cuando unos u otros salen.
“Cada mañana es una batalla despertarle y que se arregle para ir al instituto; tarda y nos repercute al resto porque de camino al trabajo le dejamos en la estación del tren”.
M. Izcovich La cuestión es aclarar que si quiere ir en coche hasta el tren tendrá que levantarse pronto. Y si no se pone las pilas para estar a la hora convenida, se queda y va andando hasta la estación. Está en su derecho de enfadarse, pero los padres también tienen derecho a poner sus límites. El problema es que hoy en día los padres tienen miedo a que sus hijos estén enfadados con ellos y para evitarlo aceptan casi todo: hasta llegar tarde ellos al trabajo. No se trata de poner límites exagerados que sabemos que no se van a cumplir, pero sí de hacer al adolescente responsable de su propia vida y demostrarle que el problema, si no cumple algo o no respeta los límites, va a ser para él.
“El fin de semana, si no tiene partido baloncesto, se levanta y se tira en el sofá a ver la televisión. Le puedes decir mil veces que se duche y se vista, que haga su cama y recoja su cuarto, que se ponga a estudiar, dibujar o jugar… Su respuesta es ¡qué me dejes! Una y otra vez, hasta que pegas tres gritos, apagas el televisor y entonces grita y se mete en su cuarto dando un portazo”.
J. Urra Es normal que el adolescente esté tumbado y muy pasivo. Lo que no es tan normal es lo de pegar tres gritos al final de todo ese proceso. O no se pegan o mejor pegarlos al principio. Y lo mismo si se trata de que se laven los dientes o de que recojan algo. La norma, si se pone, es para cumplirla a la primera, salvo que te pidan una dilación de media hora, por ejemplo. Tampoco pasa nada porque un chaval que habitualmente tiene actividad se quede una mañana en el sofá sin hacer nada si tiene tiempo libre. Otra cosa es que sea un vago y no haga nada. En ese caso lo que hay que plantearse y plantearle es ¿quién va a comprar? ¿quién limpia? ¿quién hace la comida? Pedirle que se implique en esas tareas y luego, en su tiempo libre, si quiere se tumbe. El problema es que con frecuencia los padres –y más las madres– lo acaban haciendo todo: si tarda en poner la mesa, la ponen ellas en vez de decirle que si no la pone tú no le pones la cena. Dirá que le da igual, que eres un pesada y que sólo ha tardado cinco minutos, aunque haga media hora que se le avisó. Todo eso es típico de los adolescentes, pero cada uno tiene su papel y la madre ha de hacer de madre y él de adolescente, aunque resulte agotador.
“A veces, cuando no le dejas jugar en el ordenador o salir con los amigos le asaltan unos ataques de ira brutales y puede lanzar lo primero que tiene a mano, se pone a gritar, suelta tacos o da portazos”.
J. Urra Que el adolescente se enfade cuando no se sale con la suya, se vaya a su cuarto con un portazo y de puñetazos a su almohada, se puede pasar. Pero no que grite o zarandee al padre o la madre, porque es terrible para él medir a sus padres y vencerlos. El adolescente ha de aguantar y sentir la frustración. Cuando les estás poniendo límites no lo entienden, lo cuestionan, pero con los años lo agradecerán.

http://www.lavanguardia.com/estilos-de-vida/20120711/54322624479/como-gestionar-la-bronca-de-los-adolescentes-en-casa.html

jueves, 23 de agosto de 2012

Cosas que pasan por Antonio Valdivia



casablasdelezoInauguraba su exposición de óleos un buen amigo de la infancia en el número 70 de la calle Larga del Puerto Santa María, así que allá fuimos acompañándolo y haciendo vida social con gentes conocida.  La exposición la hizo en un buen bar, “Larga 70”, que forma parte de un bonito edificio típico de la época de las Casas de Contratación  con las Indias.

Terminado el evento, pedimos que nos enseñaran el patio del edificio, una maravilla, la verdad.  Así que el vigilante se nos ofreció solícito a hacer de cicerone.  El típico gaditano serio, - oiga, que también los hay -,no todos son graciosos y picantes como cree el personal en eso se simplificar poniendo fáciles etiquetas generalistas.
apartamentos larga 70- Pos mirusté, yo soy un ignorante al cubo, decía.  Esto ahora son apartamentos de alquiler, por días o semanas y tengo ahora unos franchutes, unas niñas de Valladolí y unos ingleses malajes.  Y es curioso que las niñas se desnudan para salir a la calle y vuelven a las seis de la madrugá pa vestirse y acostarse.  Yo no entiendo ná, señó.
Esta casa fue de D. Blas de Lezo (El mediohombre), aquí lo dice la placa, ese que le dio candela a los ingleses y no como el cobarde del franchuete Bielneuve que no supo hacerle frente al Nelson en Trafalgar. – No salía de mi asombro al comprobar la placa que hacía referencia a Blas de Lezo y menos, al escuchar al vigilante dar una lección de historia a los presentes.
Ahora la gente no tiene ni idea de ná, me decía, solo viven pa enseñá ombligo y ponerse tibios de arcol.  Además es que ni preguntan.  Solo dicen, ¡uy, que patio más bonito!  y listo.  Son tos unos idnorantes que no saben por dónde pisan.  – A Churruca les enviaba yo a ponerlos firmes.-
Ya pasaba de la una de la madrugada y mi fascinación iba in crescendo.  ¿Este es el vigilante?, este hombre que ganas unas perras para poder mantenerse.  Un ignorante al cubo, tal como se definía, y le daba vueltas en conocimientos e interés por sus raíces a cuantos dormían la mona en la más absoluta de las ignorancias y de la chabacanería, que no es otra cosa de la necedad orgullosa de si misma.
En frases cortas, pero lapidarias, nos hizo un retrato de la situación sociopolítica del país, llena de sabiduría y sensatez.  Y remataba la cuestión; - no es que sea mala gente, es que los pobres no dan para más, sabusté.
Mi amigo, “prejubilado de Delphy” gracias a Zapatero y la Junta de Andalucía, abría los ojos como platos ante el saber del vigilante y me decía al oído, a este lo ponía yo de presidente, seguro que no haría las estupideces a las que nos tienen sometidos.
Tras dejar a nuestro cicerone, no sin pesar por mi parte, dimos un buen paseo por el puerto y sus alrededores.  Todo lleno, casi no se podía ni andar y la noche solo había comenzado.  Yo de decía, ¿no es aquí donde el índice de paro el mayor de Europa?.  Por favor, explícamelo, yo, como el vigilante, tampoco entendía nada.
Y es que Cádiz es algo especial, sorprendente, desconcertante y milagroso.  No vi inmigrantes, ni pobres por las calles, ni bares vacíos, ni gitanos, ni moros, ni sudacas.  Cada rincón es un descubrimiento y lo mismo tomas unas copas en casa de Blas de Lezo, como que andas en la playa por las ruinas de Baelo Claudia.  Y es que, señores, son más de 3000 años de historia.  La población más antigua del occidente.  ¡Ahí es ná!

Descubren un sistema de limpieza del cerebro

Neurocientíficos del Centro Médico de la Universidad de Rochester (EEUU) han descubierto un sistema de drenaje por el que el cerebro elimina los desechos, según un estudio publicado hoy en Science Translational Medicine, que esperan que tenga aplicación en la investigación del Alzheimer y el Parkinson.

16 Agosto 12 - Washington - Efe

El sistema actúa como si fueran tuberías que aprovechan los vasos sanguíneos del cerebro y parece hacer la misma función en el cerebro que el sistema linfático en el resto del cuerpo: drenar productos de desecho.

El autor principal del artículo y codirector de Centro de Neuromedicina de la Universidad de Rochester, Maiken Nedergaard señaló que "la limpieza de residuos es de vital importancia para todos los órganos y desde hace mucho tiempo tenemos preguntas sobre cómo se deshace el cerebro de sus residuos.

"Este trabajo demuestra que el cerebro se está limpiando de una manera más organizada y en una escala mucho más grande de lo que se había creído con anterioridad", dijo Nedergaard, que expresó su deseo de que este hallazgo sirva para tratar enfermedades cerebrales.

"Tenemos la esperanza de que estos resultados tengan implicaciones para muchas condiciones que afectan al cerebro, como lesiones cerebrales por traumatismo, la enfermedad de Alzheimer, derrames cerebrales y la enfermedad de Parkinson", agregó.

El equipo de Nedergaard ha denominado al nuevo sistema "el sistema glinfático", ya que actúa de manera similar al sistema linfático, pero está gestionado por las células del cerebro conocidas como células gliales.

El equipo hizo el descubrimiento en ratones, cuyos cerebros son muy similares al cerebro humano.

Los científicos han sabido que el líquido cefalorraquídeo tiene un papel importante en la limpieza del tejido cerebral, encargado de llevar los productos de desecho y los nutrientes al tejido cerebral a través de un proceso conocido como difusión.

El sistema recientemente descubierto circula por todos los rincones del cerebro de manera más eficiente, a través de lo que los científicos llaman el flujo global.

"Es como si el cerebro tuviera dos recogedores de basura - uno lento que conocíamos y uno rápido que acabamos de conocer", dijo Nedergaard

"Dada la alta tasa de metabolismo en el cerebro y su gran sensibilidad, no es de extrañar que sus mecanismos para deshacerse de los residuos sean más especializados y amplia que se creía", agregó.

El NO es efectivo


Pocas veces los adultos nos hemos visto tan desbordados, solos e incluso perdidos en la compleja convivencia y educación de los niños y los jóvenes como en la actualidad. Nos plantan cara, se saltan las normas, son desobedientes y contestones, se ríen de todo y, además, no se comportan adecuadamente en el colegio. Desesperados, muchos padres, tutores y responsables de estos menores no saben qué hacer para que estudien, coman, se acuesten a horas razonables y, en suma, sean más responsables. María Jesús Álava, autora del libro «El NO también ayuda a crecer» (La Esfera de los Libros) ha compartido con nosotros los errores básicos a evitar y las reglas de oro a seguir cuando un padre quiere imponer su autoridad en casa. «Cuando los adultos actúan desde la coherencia se consiguen siempre los objetivos», anima esta psicóloga.  

ERRORES A EVITAR 

1)    Intentar ser «colegas» en lugar de padres. Los hijos solo tienen un padre, amigos tienen muchos.

2)    Intentar «comprarlos» haciendo de buenos o poniéndonos de su parte durante el conflicto.

3)    Protegerles en exceso. Hacer que el mundo gire en torno suyo. «Podemos facilitarles el camino, pero no correrlo con ellos», escenifica Álava.

4) Ceder para evitar males mayores y pensar que esto pasará con el tiempo.

5) Creer que con el diálogo se arregla cualquier situación. 

6) Sacrificar constantemente a otros miembros de la familia.

7) Cerrar los ojos, negar lo evidente y pensar que los demás exageran. 

8) Favorecer el consumismo. «Se empieza por no darle valor a las cosas y se termina por no darle valor a las personas». 

9) Creer sus mentiras y caer en sus trampas y trucos.

REGLAS DE ORO
1)    Tenemos que ser más perseverantes que ellos. 

2) Los discursos sirven de poco, no podemos ser ingenuos. Los niños no reaccionan ante nuestras palabras, sino ante nuestros hechos.

3) Hay que intervenir. No repitamos «esta es la última vez», «esta es la última vez». Esto solo sirve para potenciar aquello que queremos corregir.

4) Unificar criterios entre las principales figuras de referencia y actuar con seguridad.

5) A veces tenemos que asumir papeles incómodos poco populares.

6) No podemos sucumbir en situación de crisis. De ahí es de donde podemos aprender a ver nuestros progresos.

7) No podemos permitirnos bajar el listón ni desanimarnos. Seamos optimistas porque hay solución.

Carlota Fominaya/ABC